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martes, 17 de noviembre de 2015
El olvidado
Ah, voces, sonidos. Una insercion hacia lo profundo. No demasiado lejos entonan los cantos de lagrima, no muy lejos de este lugar, del hogar. Los cuerpos despedazados, la servidumbre indeferente asesina, ajena a su contraria, la libertad... ¿de ser?
Un tanto relacionable con el caso de Apolo y Dionisio, personajes miticos utilizados por Nietzsche en donde el mismo se encarga de calcar lo categórico de aquellos dos, lo que los distingue. Apolo, por su parte, deviene en orden, en equilibrio, la sumisión del ser humano en el que las formas están ya establecidas, en donde todo tiene una manera de ser, el bien y el mal. Al otro costado se halla Dionisio, aquel exacerbado, que excede a lo cotidiano, a la cotidianidad. Aquel que exaspera a Apolo, pero que le da sentido. Éste vendria a representar nuestra locura y soltura en ocasiones en las que si quiera nos reconocemos por hacerlo "tan" contrariamente humano, pero que a su vez es tan necesario como el sentido mismo de morir. Morir. ¿Tendran sentido estos personajes y a lo que adhiere Nietzsche? ¿Mas alla del bien y el mal? ¿Tendra sentido la muerte?
Utilizo esta dicotomía porque es la justa imagen representativa de lo que acontece, hoy Apolo esta asesinando a ese distinto uniforme, dejando así caer sus propias bases, su sentido de existencia, lo que el otro le otorga. ¿Todo por un Dios?
Las muertes tienen algo de verdad, al menos así lo creen al otro lado del planeta en donde la mentira es suicida. Bebes, mujeres, hombres, la sociedad toda, pero... ¿sociedad? ¿La sociedad mata a la sociedad? Es como si la vida matase a la muerte y llegásemos a inmortales, el rumbo se ha desviado. ¿O es que, a partir de lo apolíneo se es dionisíaco? Me encuentro desviado, con cierto extrañamiento, dislocado, las cosas no se dan para mi por como se muestran, ni por como dicen, sino por como las pienso. ¿Es que solo hay intención por elaborarlas? ¿Por decirlas? Y cuando lo hacemos... ¿no nos cosificamos? Palabra, la causa necesaria.
No muy lejos de aquí muere alguien como quien escribe, pero no entiendo. Algo... el destino, el cual no existe, nos ha jugado una mala pasada, por ser una palabra misma. La angustia, el ser humano mata a su lado animal, el mas humano. Todo sucede en nombre de alguien, en quien depositamos nuestro deseo de ser, de hacer lo que -de manera directa- no nos atreveríamos, un Dios que no solo nos representa, sino que también nos coacciona, se transforma en la base de nuestro que hacer. No me agrada su omnipotencia, su intrínseca aporia apolínea, pareciera.
Hay faltas, las maneras no valen, el habla no dice, solo el pensamiento, ¿pero como llega el pensamiento a concluir esa acción? De todas maneras, es a quien hemos dejado huérfano, el necesario, el que nos muestra tan incorregiblemente corregibles. Para algunos si quiera hay tiempo de que se angustiasen porque van a morir, porque ni siquiera comprenden del tiempo necesario para razonarlo, lo cual lo vuelve mas angustiante.
¡Las cosas que hemos cometido y seguiremos por quien ni siquiera existe!
El cielo carece de color, hay ruido, humo, oscuridad, comprendemos con ceguera que impide, nos retracta, nos limita. El ensayo de una ceguera. ¿Deicidio?
Sonrío, pero es que es injusto, ¿como puede ser tal la estupidez como para efectuarlo mientras en este instante mueren personas? Siento que la responsabilidad recae, no en lo que sucede, sino en lo que me sucede. Y lo que me sucede es pensar, pienso lo que veo, y si el ver iguala a una herida impenetrable no hago mas que volver al punto de inicio una y otra vez. Que insoportable. El ser humano y su egoísmo apenas tiene noción éste de existir, aunque para algunos sea menos justo.
Hay una frase de Shakespeare que dice: "al nacer, lloramos porque entramos en este vasto manicomio". Eludiendo el particular sentido de la frase, y entendiendo la posibilidad infinita de interpretaciones de la misma, una de ellas me dirige a realizar la comparación de mi hoy, de el aquí, y es como -en cuanto a lo que sucede ajeno a mi razón- habitar un "paraíso" infernal, irreal, mentiroso, que solo juega en cuestiones de tiempo, nuestro único destino, el tiempo.
Me quedo en la nada, me estremece mi ajenidad, me estremece el otro, aquella otredad que me vuelve mas humano, que me otorga sentido, que me excede siempre, por él la angustia, por él el vacío, éste.
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