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miércoles, 25 de noviembre de 2015

Insomnio




Lo irresoluble de lo absurdo, somos incomprendidos, actos que no salen por causalidades o casualidades, salen porque si. Pero perece. Nos hemos limitado como seres para quedar en el tiempo, éste solo flota, se encarga de flotar, de disolvernos, de matarnos.
¿Cuanto tiempo requeriría ser uno mismo en si? ¿Cuanto tiempo haría falta para ser, para ser arrojado?
Oscura la noche, el mas endiablado momento para marcar lo que fuese. Bailemos al son de la música, despejemos la mortandad con una lagrima, caigamos al vacío sin ser mas que muestras reteniendo una vida inútil, descansemos en los regajos que nos aporta la melodía que suena, que demuestra la validez de lo invalido que resultó ser el mundo.
Solo hace falta un golpe para abstraernos hacia la locura, para caer y no seguir, sino dejar. Un suicidio a corto plazo. Detengamosnos aquí. Hay algo que irrumpe, la belleza, ¿en que consiste tal maniqueísmo obsoleto? En estos tiempos solo hay material, herramientas sistémicas, métodos paradigmáticos para servir al otro que influye, que nos dirige. Aquí solo hemos de ser animales que se despellejan entre si, solo hemos de ser auto-castigo autónomo, solo la nada.
Es tan poco creíble estar aquí y no allá, pero así es, la preponderancia del absoluto se ve arraigado a nuestra corporeidad mental y física, tambaleamos, queremos formar parte de lo que siquiera llegamos a ser porque no hay partes que sobren para aglomerarnos a aquellas inexistentes. Seres que deambulan y dialogan, pero que se van, no hay extrañeza, hay resistencia.
Abstenerse del hábitat, permanecer en el entre con miedo, pero con seguridad. Invalidar al eje que nos observa, volvamos a ser, a caer del cielo y las nubes, experimentemos la soledad en el infierno mas lúgubre, sin tonos ni bajos.
La irrupción de si mismo marca lo dionisíaco que en nuestra carne somos, lo irrespetuosos con los otros y nosotros que persistimos, lo excedente que no depara nada, que no busca soluciones, que no interesa por habitaciones a las cuales nos veamos contraídos.
Las olas se revuelcan, necesitamos observarlas observándonos. Pareciera el reflejo que destella lo estúpido que somos y en que nos convertimos o queremos, siendo nada mas que pasos en este universo de las falacias.
Busco un pergamino oculto, un alejamiento, una descripción que no sirva para el futuro, ni que sirva, sino que solo sea pasado común, algo que nos marque en nuestra subjetiva tradición histórica de haber existido y de haber sido alguna vez antes de caer. Ser nada antes de ser, y de nuevo después de haber sido, pero si la palabra ser va antes que nada, ¿habremos sido siempre?
Pareciéramos inocuos, pero el contexto nos capacita para estar contrapuestos a dicho termino, nos coacciona siempre, hemos dejado de ser para estar, para pensar que estamos cuando no es así. El tiempo está, el ser lo habita, al menos lo cree, pero a su vez éste no está nunca, solo se desenvuelve, interioriza con matices dicotómicas, es de modos infalibles, es cuando es ser, y ser cuando siempre fue.
El insomnio y la dubitatividad, solo eso.

sábado, 21 de noviembre de 2015

La intolerancia




Los entes no corresponden. El que nos desvalija posee miedo, necesitó de las creaciones y de las reglas para poder limitar su temor a la muerte. No correspondo.
Necesito tiempo para pensar, pero las reglas nos limitan. Me satura esta lapida, la reveo con los ojos, trato de magnificarla, pero sigue igual, desencajante.
Que magnifico seria disponer de tiempo, mas opulento seria no depender de él, y mas aún, que no existiese. Somos eyectados hacia un determinado tiempo, manejos, herramientas, pisos rotos, avenidas y puestas de sol, lo gratis es lo insaciable, pero la lapida pretende cosificarnos, ella nos une hacia si, y prevee todo posicionamiento de libertad errática que presentemos ante nuestra posición de meros humanos violentos. El deseo nos impulsa a violentarnos, porque ¿que seriamos si no un conjunto de especificaciones diplomáticas que solo desean? Y el diploma nos es impuesto, no es nuestro, lo originario no tiene precio, por lo que no se de donde vengo ni hacia donde voy, ni siquiera si se trata de... ¿ser?
No me calma esta incertidumbre momentánea, permanece en mi sumiso, en el yo otro que se desmorona, no rellena el tiempo con esas ambigüedades estúpidas que no sirven, lo único servil en este mundo demostró ser lo inservible del ser.
Entre esta lapida y sus cobijas nos vemos emparentados con otros sujetos, que a veces solo caminan coaccionados, a veces caminan arrastrándose, otros ni siquiera caminan, por lo que caminan caminando. Yo y mis ojos, ¿funcionaria de algo el pensamiento sin estos?
Somos arrojados hacia la muerte, por eso no se puede ser "dichosos", ni siquiera rozar el tacto hermoso que dictamina el termino, la alegría es su lado mas honesto, el nuestro, el siniestro. No entiendo el sentido del ayer, de lo que hice hoy, de estudiar algo o leer una determinada cosa que me provea conocimiento, si nos volvemos viejos y mas inútiles, no lo entiendo y angustia.
El pensar angustia, pero el estar aun mas, ya que sin este ultimo si quiera pensaríamos. ¿Tiene sentido decir pasado, presente, futuro? Nunca me fije en algo tan inútil, pero es que no lo tiene. Digamos, todo es futuro, el futuro del acercamiento hacia nuestra muerte. ¿Nuestra? ¿Desde cuando? Los animales también mueren, la naturaleza, y muchas veces el victimario es el propio humano. ¿Es que, del miedo empedernido que comprendemos nos ajustamos a reducirlo matando un poco de lo que se halla en nuestro alrededor que se muestre estéticamente ajeno a nosotros? Quizá nunca conozca a algo tan egoísta, a alguien tan egoísta, es putrefacto.
Me resisto a las calumnias sin sentido, ni siquiera se porque preocuparme por el oír, morir, morir, morir. Resuena en mi una y otra vez, no me lo quito, me desenfrena, me vuelve un ser ilimitado, me libra de las ataduras y me incita a inyectarme el deseo fulgurante de despilfarrar esta finitud en estupideces que valen solo en sus micro momentos. Pero ¿que mas da? Solo valen, quizá no haya mas que eso. No hay posibilidad de rechazo ante el comprendimiento de que nuestra "vida" es solo una conjetura refutable en cuanto no estamos vivos, sino que estamos muertos, es solo una cuenta regresiva, un poco de tiempo y estaremos todos olvidados, habiendo dejado todo de lado.
Razonar sobre esto es impecablemente inaceptable, destinar un escrito a lo que me produce angustias es realmente a falta de egoísmo consigo y a presencia del mismo conmigo, ya que solo quiero verme caer, saltar de un edificio.
Un filosofo visitó la ciudad hacia unas semanas, encantador sujeto capacitado y dotado para ejercer su diplomacia, pero mas aun, un sujeto que solo soltaba. Algo que me impresiono, ya que ejercer la filosofía aparenta a un "suelto", pero mientras puedo. Sin embargo, el final suscito ese "soltá", y quedo impregnado en mi, pero es que soy incapaz de tal cosa, porque desde que somos la nada no soltamos, y hasta que volvemos a serlo tampoco lo logramos. Algo un tanto encantador, pero que no me llena, sera porque nada me llena, soy humano, ¿que podría llenarme? Pero antes, ¿para qué? o ¿por qué?
¿De donde viene la búsqueda de satisfacción? Desde nacientes la buscamos, es como si se originase en un ajuste reciproco con nosotros ese deseo de vernos con cierta benignidad de disfrute y goze. Imposible dejarlo, pero más reconocerlo.
En fin, solo el método del soltar, dejar, caer, nos puede proporcionar gratuidad para con nosotros mismos, y sera pasajero, no creer que hay algo que se instituye para siempre. No hay otro suplemento posible, ni maneras en que escapemos de la cuenta regresiva sino dejándonos eyectar constantemente tal cual vinimos a este lugrube e insoportable mundo de obstáculos desnudados.

martes, 17 de noviembre de 2015

El olvidado




Ah, voces, sonidos. Una insercion hacia lo profundo. No demasiado lejos entonan los cantos de lagrima, no muy lejos de este lugar, del hogar. Los cuerpos despedazados, la servidumbre indeferente asesina, ajena a su contraria, la libertad... ¿de ser?
Un tanto relacionable con el caso de Apolo y Dionisio, personajes miticos utilizados por Nietzsche en donde el mismo se encarga de calcar lo categórico de aquellos dos, lo que los distingue. Apolo, por su parte, deviene en orden, en equilibrio, la sumisión del ser humano en el que las formas están ya establecidas, en donde todo tiene una manera de ser, el bien y el mal. Al otro costado se halla Dionisio, aquel exacerbado, que excede a lo cotidiano, a la cotidianidad. Aquel que exaspera a Apolo, pero que le da sentido. Éste vendria a representar nuestra locura y soltura en ocasiones en las que si quiera nos reconocemos por hacerlo "tan" contrariamente humano, pero que a su vez es tan necesario como el sentido mismo de morir. Morir. ¿Tendran sentido estos personajes y a lo que adhiere Nietzsche? ¿Mas alla del bien y el mal? ¿Tendra sentido la muerte?
Utilizo esta dicotomía porque es la justa imagen representativa de lo que acontece, hoy Apolo esta asesinando a ese distinto uniforme, dejando así caer sus propias bases, su sentido de existencia, lo que el otro le otorga. ¿Todo por un Dios?
Las muertes tienen algo de verdad, al menos así lo creen al otro lado del planeta en donde la mentira es suicida. Bebes, mujeres, hombres, la sociedad toda, pero... ¿sociedad? ¿La sociedad mata a la sociedad? Es como si la vida matase a la muerte y llegásemos a inmortales, el rumbo se ha desviado. ¿O es que, a partir de lo apolíneo se es dionisíaco? Me encuentro desviado, con cierto extrañamiento, dislocado, las cosas no se dan para mi por como se muestran, ni por como dicen, sino por como las pienso. ¿Es que solo hay intención por elaborarlas? ¿Por decirlas? Y cuando lo hacemos... ¿no nos cosificamos? Palabra, la causa necesaria.
No muy lejos de aquí muere alguien como quien escribe, pero no entiendo. Algo... el destino, el cual no existe, nos ha jugado una mala pasada, por ser una palabra misma. La angustia, el ser humano mata a su lado animal, el mas humano. Todo sucede en nombre de alguien, en quien depositamos nuestro deseo de ser, de hacer lo que -de manera directa- no nos atreveríamos, un Dios que no solo nos representa, sino que también nos coacciona, se transforma en la base de nuestro que hacer. No me agrada su omnipotencia, su intrínseca aporia apolínea, pareciera.
Hay faltas, las maneras no valen, el habla no dice, solo el pensamiento, ¿pero como llega el pensamiento a concluir esa acción? De todas maneras, es a quien hemos dejado huérfano, el necesario, el que nos muestra tan incorregiblemente corregibles. Para algunos si quiera hay tiempo de que se angustiasen porque van a morir, porque ni siquiera comprenden del tiempo necesario para razonarlo, lo cual lo vuelve mas angustiante.
¡Las cosas que hemos cometido y seguiremos por quien ni siquiera existe!
El cielo carece de color, hay ruido, humo, oscuridad, comprendemos con ceguera que impide, nos retracta, nos limita. El ensayo de una ceguera. ¿Deicidio?
Sonrío, pero es que es injusto, ¿como puede ser tal la estupidez como para efectuarlo mientras en este instante mueren personas? Siento que la responsabilidad recae, no en lo que sucede, sino en lo que me sucede. Y lo que me sucede es pensar, pienso lo que veo, y si el ver iguala a una herida impenetrable no hago mas que volver al punto de inicio una y otra vez. Que insoportable. El ser humano y su egoísmo apenas tiene noción éste de existir, aunque para algunos sea menos justo.
Hay una frase de Shakespeare que dice: "al nacer, lloramos porque entramos en este vasto manicomio". Eludiendo el particular sentido de la frase, y entendiendo la posibilidad infinita de interpretaciones de la misma, una de ellas me dirige a realizar la comparación de mi hoy, de el aquí, y es como -en cuanto a lo que sucede ajeno a mi razón- habitar un "paraíso" infernal, irreal, mentiroso, que solo juega en cuestiones de tiempo, nuestro único destino, el tiempo.
Me quedo en la nada, me estremece mi ajenidad, me estremece el otro, aquella otredad que me vuelve mas humano, que me otorga sentido, que me excede siempre, por él la angustia, por él el vacío, éste.