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miércoles, 23 de noviembre de 2016

Sobre el consigo y -los- consigo; o mejor, el todo en uno.






Ahora que la soledad me encuentra a su lado, y luego de mantener al cuerpo ocupado en las costumbres que acotan nuestro marco de reflexión sobre lo que la vida es en sí, me dispongo a ejercer una asimetría con respecto al mismo; tal cansancio -típicamente corpóreo- no concluiría mas que con síntomas propios de un hastío e insoportabilidad ya maduras, comunes, de una mente que se piensa demasiado y no logra epifanías luego de creer haber vislumbrado algunas en horizontes partidos en uno, dos, cientos, miles, millones, y lo que nuestra cosmovisión nos permita decidir al respecto. 
Lejos de actuar histriónicamente, los modos y las formas por las cuales el cuerpo actúa parecieran demostrar que el regocijo en donde este encuentra su pasividad natural es en un silencio intangible; unos tantos intentan inmiscuirse al comparar a tal silencio con una melancolía propia al entender el absurdo de si mismos; lamentablemente, en su proceso no hacen mas que no hacer. Esto no significa que su maldad recaiga en su acción, sino, mas bien, en su desesperación. 
Considero que el silencio -como bien explica Berger, a quien no he tenido el tiempo exacto de leer- es la única no mentira, como también la única no verdad; esto es, se tiende a suprimir el concepto binarista que tanto nos ha sumergido a nosotros, los "pobres", en un mar lleno de insolubilidades. No me interesa preocuparme por el rol científico que es capaz de brindar la filosofía aquí, sino pensar en abstracto, lejos de las responsabilidades. 
Luego de volver -el organismo- a convivir con sus pares, y lejos de ser infalible ante cualquier modo comunicacional, se le presentan obstáculos de todo tipo. Claro que, al ensimismarse tanto tiempo en sí, tiende a no saber como explayar su contenido con los demás, lo que dificulta su convivencia, pero no por el desinterés exactamente, sino por estar falto de todo, o -mejor- de nada. Intenta encontrarse a si mismo entre los demás, en tanto que -lejos de actuar equilibradamente- la conversación con éste ser ido se puede volver -para los demás- insoportable, y si para los demás es así, no se encontraría margen explicativo por el cual denotar la tristeza de aquel "irrespetuoso", que, como no sabe salir de la caverna insondable en la que se encuentra, no tiene palabras para dirigir ipso facto. 
No intento, aquí, demostrar formas que produzcan una "salvación" a aquel que se encuentra aprisionado en la condena; solo se trata, de demostrar. Notoriamente, el ejercicio reflexivo en el cual uno se abstrae -saliendo así del campo en el que esta asentado- produce irregularidades en contraste con el paso lineal del todo concreto. ¿Como lograr un camino recto, logrando así, combinar los factores teórico-practico en la vida misma? O mejor, ¿como lograr efectuar una praxis tal que, aun sumergiéndose el sujeto en un mar que se vuelve -para el- ya poco inusitado, pueda encaminarse hacia el ejercicio fáctico de la vida en común sin generar molestias ajenas? Como dije, no es mi objetivo  lograr resolver este punto en cuestión. 
El sujeto se abstrae, y si tarda en volver, no deja de estarlo. Los demás lo saben, no lo entienden, se molestan, lo juzgan de estúpido e insensible con aquellos con los que se muestra desentendido, por decirlo de alguna manera. Al parecer, habitar esta pelota mundana cuesta mucho, y mas para quienes -en el tumulto lúgubre que los rodea- tienen tanta sensibilidad que, paradójicamente, se vuelven -con -y según- los demás- unos grandes "insensibles". 
Alivianar los costos no depende del sí mismo, sino del para sí mismo, del particular que -en la transición del proceso de entendimiento al proceso de razonamiento- llega a establecer un concreto universal en el que se logra conjugar con los demás; es, de todas maneras, irresponsable hablar en estos términos sin tomar encuentra que -previamente- se dijo que se hablaría en abstracto, probando -erróneamente, luego- jugar con conceptos hegelianos que, aquí, se tornan ridículos. 
Sin mas, creo que, desde una postura meramente subjetiva, el lugar inequívoco de aquel desdichado, para poder confluir en sus ideas, tiende a ser aquel en que se encuentra a solas con una persona, que, en efecto, sabe -esta ultima- la forma de ser de aquel; el habla y el escucha no están antes circunscritos en una serie de escritos que los seres reveen para intentar comunicarse entre si explayándose de manera estrictamente correcta logrando una acertada realización de los mensajes que se dan en un vaivén incesante, sino que -por el contrario- ya se encuentran realizadas en un trasfondo de experiencias, conocimientos, que los sujetos comparten entre si; en fin, como consideración final, y debido al cansancio de redactar algo desinteresante, lo ultima premisa es que, sin mas, el lugar a solas puede convertirse en el refugio seguro de quienes sufren de la desdicha de aun no conocerse; esto refiere, menos a la "otredad", que a si mismos, debiendo esto de quedar claro. 







lunes, 22 de febrero de 2016

De la libertad y su "inexistencia"




Si supiésemos, no el día exacto, sino el día anterior al que vallásemos a morir... ¿nos libraríamos en aquel de este recurrente sistema tan doble moralizado? ¿Dejaríamos las cadenas para hacer lo ultimo que quedase a nuestro alcance?
¿Como seria saberlo? ¡Comprender que nuestra finitud nos acarrea mas allá de la historia en su complejidad y su sabiduría! Sin embargo creemos que tenemos que rendir cuentas a nada ni nadie. Porque evidentemente no existen ni lo uno ni lo otro, siquiera su plano estético para excusar el sentido arbitrario que le damos a las cosas, aun siendo parte de un comportamiento que no fue generado individualmente, por lo que queda decir, uno siempre va a encontrarse ajeno a aquel pozo en el que nos vemos cometidos tan duramente. 
La creencia de un bien y un mal en un "mundo" absolutamente globalizado, sin criticas analíticas hacia el presente, con la sola "intención" de estarse bien a uno mismo y mirar horizontalmente sin sondeos a nuestro alrededor ha sido el capricho menos riguroso y mas hipócrita que hemos cometido. Creer en la no creencia de un devenir por si mismo, considerar insondable la intensidad a la que el contexto siempre nos ha enredado, llevado consigo, amortiguado como simples cosas, hemos sido la cosificacion de algo mas grande, menos atomizado, mas intrínseco a una realidad tan objetiva como, quizá, equivoca. La descreencia en lo irreal ha significado el peor de los caminos mas absurdos del ser humano, la calificación, la moderación, el patíbulo y sus acreedores, el castigo, la droga como algo meramente "tranquilizador" -cuanto mas de sumisión-, la puesta en escena, sin ir mas allá... el gran espectáculo a lo "the truman show". ¿No es eso esclarecedor?
Prosigo aquí con el entendimiento de que es imposible creer en algún tipo de libertad, la sociedad en su conjunto, con sus pequeñas ramificaciones, con las individualidades que la componen, se ha hostilizado a si misma. Se ha desnutrido a si misma, se ha estremecido como si de un castigo al estilo mas sisifeano se tratase, solo la interpretación de un mundo un poco menos encadenado nos ayudara a desenterrar la absurda -pero no menos ingeniosa- mentira de que somos libres si lo somos a través de nuestro pensamiento.
El acontecimiento -contemporáneo/moderno- de haber nacido en algún tipo de sanatorio -o la institución cual fuere en determinado caso-, con los médicos y su particular vestimenta, en un insignificante tipo de edificio hace dar cuenta de que, de alguna manera, hay un mundo sistematizado, lo cual no es malo, lo que si lo és es creer que por eso poseemos cierto tipo de libertad, mas bien, que somos totalmente libres de hacer lo que queramos... (ya sea: no asistir a las instituciones escolares, no trabajar, tratar de ser ajeno a lo que la sociedad impone). Es que, ¿no es a veces algo totalmente entendible? Intentar corrernos de este tipo de enigma, del incógnito de nuestros actos. La libertad como tal, no existe. La sociedad se ha encerrado en un cubículo, quizá en una jaula -como diría Mann-, se ha sujetado a si misma según determinados "placeres", "deseos", "metas".
Seria equivoco creer que al ser humano no lo mueve la utopía, porque es exactamente así, por eso es que de vez en cuando se suelen ver almas por fuera de esta realidad, de su existencia, como si hubiesen tenido que nacer antes o después de su existencia, lo lamentable es ver como, año tras año, década tras década, siglo tras siglo se van marchitando las alas del olvido. La ignominia que se tiene para con quien pretende volar, como Keaton en Birdman, ha sido recurrente, ¿por que creer en la colectividad como forma de educación y moralización universal si el sujeto en si mismo es totalmente distinto a quien tiene al lado? Humanos mas, humanos menos, no dejaremos la disidencia nunca, esa es nuestra gran arma, la individualidad como método de desarraigo de los componentes que nos imponen tal o cual formas o direcciones para poder hacer mas asequible esto a lo que han llamado "vida". De lo único que no se puede dudar, es de que se está dudando -dentro de los parámetros del lenguaje-, es lo único que nos queda, la duda como inmediatez persistente en una pelota redonda en la que los "seres" humanos hemos creído ser su dueño. 

jueves, 18 de febrero de 2016

Desarraigo




Se hace tal costumbre
situarse linealmente
¿como superar el hastío
pudiendo estar en todas partes?

No hay momento mas victorioso
que aquella aureola instantánea
los piesitos ya son grandes
han aprendido a crecer

Pero... ¿a quién le sirve sin mas?
quien quisiera pertenecer en la angustia
de ser un poco mas finitos
aun creyendo en cual universo infinito

Sabiéndonos solo hormigas
que viven para morir
o al revés, quizá
que mas da...

De pronto hay tensiones
que nos desquitan de aquél 
desaparece el tiempo
lo sobrepasamos

A veces la razón pudre 
cuando el placer venera
aun siendo estúpidos
no podríamos serlo tanto mas

¿Quien seriamos para juzgarnos?
¿quien... vos, el, ella, o yo?
si al final los pequeños rostros de un suicidio hermoso
serán otro dato mas entre tantas hormigas

Solo hace falta soltar
observar al sol contemplándolo
como haría un tal Diógenes
corriendo a quien lo impida como si de Alejandro se tratase

Tal vez la gratitud ha sido olvidada
por tanta tontería efímera
quizá lo que nos aqueja
sea lo que nos mate antes de estarlo

Porque hasta de la muerte uno puede alegrarse
¡la apoteosis del humano gigante¡
quien entienda que lo que hagamos 
al fin y al cabo quedara entre paredes

Quién sabe cuales
mas que nosotros
quien conoce nuestras lagrimas
cuando suceden dentro

Para qué perderse en lo que no se és
por qué no perderse solo
en algún lugar
en el que siempre se fue

Por qué estar en donde no hemos existido nunca
querer cristalizar movimientos
esperando su utilidad
cuanto menos hemos sido sumisos

Cuanto hemos esperado el apego
aquel incierto por el cual dolemos
una y otra vez
la fonética de las palabras y su encanto...

Hasta el lenguaje nos ha hecho idiotas
nos hemos importado tanto
por su versatilidad
cuanto menos por su carácter insondable

No somos nadie
solo nos reconocemos por nombres
quizá también por algunos números
de vez en cuando por algunos besos

Seremos cómplices del tiempo
de la historia y su inutilidad
ellos de nosotros
solo que aquellos seguirán

Les daremos formas
miles...
mientras resuciten
suscitando a algún que otro dios

!Hemos cometido tantos deicidios¡
venerándonos como únicos
como singularidades imprescindibles
cuando hemos de ser lo mas prescindible en esta tierra

Ser humano me agobia
pareciera no servir
nuestro mayor suicidio
ha sido ya morir. 

jueves, 3 de diciembre de 2015

El abismo de nos




La memoria. El sustento que agravia nuestra forma, pero que se percata de realizarnos hacia la muerte. ¿Que seriamos sino mas que recuerdos que fluyen cuando sí y se dan con cierta complicidad asimétrica?
Lo mas doloroso quizá, revivir momentos partidos. Y, ademas, el saber que los actos del presente, mas que quehaceres cotidianos son piezas en una escuadra ya declinada. No queda mucho tiempo, nada es como el primer día, caemos en la repetición del sinfín de átomos que habitan mientras, nosotros, la nada.
Nauseas, siento nauseas, ¿donde el regocijo? Uno no hace mas que encontrarse desenfundando los temores y deseos re-programados constantemente, caemos al vacío de lo inaudito, de lo ambiguo y contingente mientras el relativismo humano sucede sin mas, y eso agobia, pero ¿que importa? Quizá, nada. Quizá, todo. No hay respuestas claras a tales cosas, no se trata de un poder factico que nos permita una razón clara de ser, de ser arrojados hacia el aquí y ahora, no hay tecla que valga en esta desaparición forzada de letras pegajosas, de volumen lingüístico.
Solo estamos, damos pasos, intrínsecos al amor, amor... ¿amor en todas partes o amor en una sola? ¿Quien expuso que el amor debería estar partido o cerrado? Cada paso denota una pieza de dolor, lo cual es contra-indiferente al amor en si, la angustia, la alegría, ¿todo se resume en una sola palabra?
No pareciese tener una única función, un objetivo que la clasifique y califique como tal, pero entramos al vacío tan solo por habernos recreado día a día.
¿Que pensábamos?

La templanza rancia
dirige sin motivo
elude consigo
toda significancia humana.

Si pudiésemos repetir los recuerdos, pero, recrearlos sintiendo su perfume, su desnudez, dejar de angustiarse por el extrañamiento periférico, dejar de ahogarnos en algún origen deseado, solo volver a los recuerdos y poder jugar con aquellos al menos una vez mas.
Siempre lo humano pretendiendo lo imposible, siempre queriendo soportar lo ilimitado cuando éste no lo -ni nos- necesita, el papel ha sido tal cual lo dicho, desear el deseo de lo inaudito, el deseo "superfluo".
Empezaba la escena con erotismo, pero no era aquello la tilde de la obra, solo eran pedazos que conformarían escenas del ámbito meramente humano, lo vivido, lo sospechado, lo que realizamos siendo animales sociales. Cada acto constituyente de nuestras propias vidas, pero vistas desde una subjetividad quizá mas entera, mas propicia, ya que en la realidad los momentos son súbditos del tiempo, o mejor dicho, el tiempo es el verdugo que se halla en el patíbulo con el objetivo de acabar con aquellos fermentos en descomposición, pedazos de cosas, la cosificación humana. Pero solo palabras, eso sucedía, palabras mudas.
El principio demoledor, la mitad reminiscente, y la conclusión en el resurgimiento humano, el padre y el hijo en este caso. Somos victimas de lo que realizamos, pero también de lo realizado por subjetividades que deambulan por los mismos sectores en donde habitamos, entes que nos hacen ser lo que nunca llegaremos a contemplar nosotros mismos, sino aquellas miradas sucias, espías de lo lúgubre y marginal de nuestra carne. Mas, mas, mas y mas, necesitamos mas, no hay un apogeo de lo humano, excepto la muerte misma, según lo que determine ésta.
Decía un gran autor <<Yo no hubiera podido adaptarme a ningún destino. Estaba hecho para existir antes de mi nacimiento y después de mi muerte, pero no durante mi existencia>>.
La "angustia" es tal que no queda mas que el espejo de lo continuo y divergente, mas que la observación y el nacimiento constante e instantáneo, el volver a realizarse, el ser luego de no haber sido, y el no-ser después de haber nacido.


miércoles, 25 de noviembre de 2015

Insomnio




Lo irresoluble de lo absurdo, somos incomprendidos, actos que no salen por causalidades o casualidades, salen porque si. Pero perece. Nos hemos limitado como seres para quedar en el tiempo, éste solo flota, se encarga de flotar, de disolvernos, de matarnos.
¿Cuanto tiempo requeriría ser uno mismo en si? ¿Cuanto tiempo haría falta para ser, para ser arrojado?
Oscura la noche, el mas endiablado momento para marcar lo que fuese. Bailemos al son de la música, despejemos la mortandad con una lagrima, caigamos al vacío sin ser mas que muestras reteniendo una vida inútil, descansemos en los regajos que nos aporta la melodía que suena, que demuestra la validez de lo invalido que resultó ser el mundo.
Solo hace falta un golpe para abstraernos hacia la locura, para caer y no seguir, sino dejar. Un suicidio a corto plazo. Detengamosnos aquí. Hay algo que irrumpe, la belleza, ¿en que consiste tal maniqueísmo obsoleto? En estos tiempos solo hay material, herramientas sistémicas, métodos paradigmáticos para servir al otro que influye, que nos dirige. Aquí solo hemos de ser animales que se despellejan entre si, solo hemos de ser auto-castigo autónomo, solo la nada.
Es tan poco creíble estar aquí y no allá, pero así es, la preponderancia del absoluto se ve arraigado a nuestra corporeidad mental y física, tambaleamos, queremos formar parte de lo que siquiera llegamos a ser porque no hay partes que sobren para aglomerarnos a aquellas inexistentes. Seres que deambulan y dialogan, pero que se van, no hay extrañeza, hay resistencia.
Abstenerse del hábitat, permanecer en el entre con miedo, pero con seguridad. Invalidar al eje que nos observa, volvamos a ser, a caer del cielo y las nubes, experimentemos la soledad en el infierno mas lúgubre, sin tonos ni bajos.
La irrupción de si mismo marca lo dionisíaco que en nuestra carne somos, lo irrespetuosos con los otros y nosotros que persistimos, lo excedente que no depara nada, que no busca soluciones, que no interesa por habitaciones a las cuales nos veamos contraídos.
Las olas se revuelcan, necesitamos observarlas observándonos. Pareciera el reflejo que destella lo estúpido que somos y en que nos convertimos o queremos, siendo nada mas que pasos en este universo de las falacias.
Busco un pergamino oculto, un alejamiento, una descripción que no sirva para el futuro, ni que sirva, sino que solo sea pasado común, algo que nos marque en nuestra subjetiva tradición histórica de haber existido y de haber sido alguna vez antes de caer. Ser nada antes de ser, y de nuevo después de haber sido, pero si la palabra ser va antes que nada, ¿habremos sido siempre?
Pareciéramos inocuos, pero el contexto nos capacita para estar contrapuestos a dicho termino, nos coacciona siempre, hemos dejado de ser para estar, para pensar que estamos cuando no es así. El tiempo está, el ser lo habita, al menos lo cree, pero a su vez éste no está nunca, solo se desenvuelve, interioriza con matices dicotómicas, es de modos infalibles, es cuando es ser, y ser cuando siempre fue.
El insomnio y la dubitatividad, solo eso.

sábado, 21 de noviembre de 2015

La intolerancia




Los entes no corresponden. El que nos desvalija posee miedo, necesitó de las creaciones y de las reglas para poder limitar su temor a la muerte. No correspondo.
Necesito tiempo para pensar, pero las reglas nos limitan. Me satura esta lapida, la reveo con los ojos, trato de magnificarla, pero sigue igual, desencajante.
Que magnifico seria disponer de tiempo, mas opulento seria no depender de él, y mas aún, que no existiese. Somos eyectados hacia un determinado tiempo, manejos, herramientas, pisos rotos, avenidas y puestas de sol, lo gratis es lo insaciable, pero la lapida pretende cosificarnos, ella nos une hacia si, y prevee todo posicionamiento de libertad errática que presentemos ante nuestra posición de meros humanos violentos. El deseo nos impulsa a violentarnos, porque ¿que seriamos si no un conjunto de especificaciones diplomáticas que solo desean? Y el diploma nos es impuesto, no es nuestro, lo originario no tiene precio, por lo que no se de donde vengo ni hacia donde voy, ni siquiera si se trata de... ¿ser?
No me calma esta incertidumbre momentánea, permanece en mi sumiso, en el yo otro que se desmorona, no rellena el tiempo con esas ambigüedades estúpidas que no sirven, lo único servil en este mundo demostró ser lo inservible del ser.
Entre esta lapida y sus cobijas nos vemos emparentados con otros sujetos, que a veces solo caminan coaccionados, a veces caminan arrastrándose, otros ni siquiera caminan, por lo que caminan caminando. Yo y mis ojos, ¿funcionaria de algo el pensamiento sin estos?
Somos arrojados hacia la muerte, por eso no se puede ser "dichosos", ni siquiera rozar el tacto hermoso que dictamina el termino, la alegría es su lado mas honesto, el nuestro, el siniestro. No entiendo el sentido del ayer, de lo que hice hoy, de estudiar algo o leer una determinada cosa que me provea conocimiento, si nos volvemos viejos y mas inútiles, no lo entiendo y angustia.
El pensar angustia, pero el estar aun mas, ya que sin este ultimo si quiera pensaríamos. ¿Tiene sentido decir pasado, presente, futuro? Nunca me fije en algo tan inútil, pero es que no lo tiene. Digamos, todo es futuro, el futuro del acercamiento hacia nuestra muerte. ¿Nuestra? ¿Desde cuando? Los animales también mueren, la naturaleza, y muchas veces el victimario es el propio humano. ¿Es que, del miedo empedernido que comprendemos nos ajustamos a reducirlo matando un poco de lo que se halla en nuestro alrededor que se muestre estéticamente ajeno a nosotros? Quizá nunca conozca a algo tan egoísta, a alguien tan egoísta, es putrefacto.
Me resisto a las calumnias sin sentido, ni siquiera se porque preocuparme por el oír, morir, morir, morir. Resuena en mi una y otra vez, no me lo quito, me desenfrena, me vuelve un ser ilimitado, me libra de las ataduras y me incita a inyectarme el deseo fulgurante de despilfarrar esta finitud en estupideces que valen solo en sus micro momentos. Pero ¿que mas da? Solo valen, quizá no haya mas que eso. No hay posibilidad de rechazo ante el comprendimiento de que nuestra "vida" es solo una conjetura refutable en cuanto no estamos vivos, sino que estamos muertos, es solo una cuenta regresiva, un poco de tiempo y estaremos todos olvidados, habiendo dejado todo de lado.
Razonar sobre esto es impecablemente inaceptable, destinar un escrito a lo que me produce angustias es realmente a falta de egoísmo consigo y a presencia del mismo conmigo, ya que solo quiero verme caer, saltar de un edificio.
Un filosofo visitó la ciudad hacia unas semanas, encantador sujeto capacitado y dotado para ejercer su diplomacia, pero mas aun, un sujeto que solo soltaba. Algo que me impresiono, ya que ejercer la filosofía aparenta a un "suelto", pero mientras puedo. Sin embargo, el final suscito ese "soltá", y quedo impregnado en mi, pero es que soy incapaz de tal cosa, porque desde que somos la nada no soltamos, y hasta que volvemos a serlo tampoco lo logramos. Algo un tanto encantador, pero que no me llena, sera porque nada me llena, soy humano, ¿que podría llenarme? Pero antes, ¿para qué? o ¿por qué?
¿De donde viene la búsqueda de satisfacción? Desde nacientes la buscamos, es como si se originase en un ajuste reciproco con nosotros ese deseo de vernos con cierta benignidad de disfrute y goze. Imposible dejarlo, pero más reconocerlo.
En fin, solo el método del soltar, dejar, caer, nos puede proporcionar gratuidad para con nosotros mismos, y sera pasajero, no creer que hay algo que se instituye para siempre. No hay otro suplemento posible, ni maneras en que escapemos de la cuenta regresiva sino dejándonos eyectar constantemente tal cual vinimos a este lugrube e insoportable mundo de obstáculos desnudados.